EL MERCADO OFRECE SOLUCIONES Y PRODUCTOS ECONÓMICOS QUE PUEDEN MINORAR EL NIVEL DE RUIDO EN LAS VIVIENDAS, AUNQUE NINGUNO TAN EFICAZ COMO INTERVENIR EN TODA LA FINCA.
El ruido sigue quitando el sueño, literalmente, a muchos propietarios. También deteriora su salud física y mental. Así de cruel es la contaminación acústica. El 15,9% de los hogares en España sufre ruidos procedentes de los vecinos o la calle y se agudizan en Ceuta (37% de las casas), Baleares (28%), Canarias (27%) y Madrid (21%), según el INE. Disputas y conflictos vecinales están a la orden del día en el país más ruidoso de la Unión Europea y el segundo del mundo, por detrás de Japón, según la OMS. «Solemos oír a nuestros vecinos mientras se duchan, ven la televisión o conversan. Una realidad que indica que buena parte de los hogares españoles son un coladero de ruidos. Lo mejor es tratar el problema de raíz», dice Sandra Barañano, directora técnica de Cuida Tu Casa, una iniciativa de Andimac para mejorar el confort y el bienestar en el hogar.
De hecho, el 70% de las personas se plantearía insonorizar. Según una encuesta de Homeserve (antes Reparalia), los sonidos que más afectan son los generados por los propios vecinos (41%), hasta el punto de llegar a escuchar sus conversaciones (32%) o los diálogos de la serie (12%). Las aspiradoras y lavadoras molestan a un 33% de los encuestados, las mascotas al 18% y la música alta al 13%.
Pero atajar el ruido sigue sin ser sencillo. Muchas fincas antiguas no cuentan con aislamiento, por lo que sería necesaria una obra costosa y de calado. Además, eliminarlo por completo es complicado. «El ruido puede reducirse de una forma muy significativa actuando sobre los distintos elementos en función del origen. Con las soluciones apropiadas la reducción puede ir desde los 25 decibelios hasta los 70», indican en la Asociación Pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales (Adeces). Por si fuera poco, hay ruidos, como los de impacto, que dependen de la voluntad del vecino del piso superior. O de que un juez le obligue a insonorizar. Para los propietarios que están dispuestos —u obligados— a hacer obras para que el vecino de abajo no tenga que soportar sus pisadas, los objetos que caen al suelo o el movimiento de sus muebles, el mercado ofrece soluciones económicas, algunas con poca obra y otras que puede hacer con sus propias manos. Estos ruidos de impacto son los más complicados de mitigar y suponen el 16% de los sonidos molestos. La buena noticia es que se pueden reducir a la mitad —entre los 18 y los 22 decibelios—.
«Los kits Impactodan y Confordan (este último lo puede colocar uno mismo) son un novedoso formato para este tipo de soluciones acústicas. Se comportan como amortiguadores del ruido, aunque hay diferencias. La principal es su espesor, que en el caso de Impactodan es de cinco milímetros, frente a los tres de Confordan. Además, el primero se instala bajo el mortero, lo que permite también amortiguar los ruidos aéreos, mientras que el segundo se coloca bajo la tarima», señalan en la compañía Danosa. Para una vivienda de 100 metros cuadrados el coste es de unos 350 euros.
«Lo ideal es colocar el aislamiento en el lugar desde donde se producen los ruidos o golpes, así conseguiremos un elevado nivel de amortiguación del impacto, entre un 80% y un 85%. Si lo ponemos en el espacio donde se reciben los ruidos, el nivel de neutralización es inferior, entre un 30% y un 35%», añaden en Leroy Merlin.
Y cuando no es el vecino, son las bajantes de los baños. «Este ruido está en torno a los 50 decibelios, que es el sonido de una conversación normal; pero es posible reducirlo hasta los 30 decibelios (similar al de una conversación en una biblioteca) gracias al aislamiento acústico», según Danosa. Aislar las bajantes del baño requiere abrir la pared y el coste de la obra para una de 0,2 metros de ancho y 2,5 metros de alto ronda los 100 euros. El ruido aéreo, el que procede del exterior (tráfico), tiene más remedio que el de impacto. «Nos inclinamos por materiales porosos y estructura flexible, porque lo importante es que el sonido no rebote, que es lo que ocurre con los materiales rígidos. Se puede recurrir a las lanas minerales, lanas naturales, celulosas…», dicen en Adeces.
Alfombras y cortinas
Si lo económico también es un problema, hay otras soluciones más asequibles, aunque no tan efectivas. «Son iniciativas fáciles para amortiguar el ruido de impacto, como colocar alfombras de lana, moquetas en los suelos, cortinas, estores y todo tipo de textiles, además de la instalación de un mobiliario absorbente con discos deslizantes», señala Barañano, de Andimac Cuida tu Casa.
Otra posibilidad son los biombos aislantes, que cuestan unos 49 euros. O los paneles acústicos que pueden colocarse como elementos decorativos en la pared y que suelen ser de yeso y poliuretano. «En el interior de la habitación los paneles proporcionan absorción acústica, reduciendo ecos y reverberaciones; y hacia el exterior aíslan disminuyendo los niveles de ruido. Si se aísla una zona concreta el precio parte de 70 euros», explican en Habitissimo.
Ahora bien, cuando la finca es tan antigua que carece de aislamiento, puede que sea hora de hacer una gran obra en la fachada. Hay multitud de factores a tener en cuenta a la hora de valorar el tipo de ruido y la actuación a realizar: «Saber si hay instalaciones en los tabiques, características de las puertas, pilares entre recintos, suelo flotante, techo suspendido, juntas entre materiales, elementos elásticos, si interesa aislar aumentando masa o con material absorbente…», señalan en el Colegio de Aparejadores de Madrid. Pero el ruido no es un problema exclusivo de estas casas con décadas; las nuevas, aunque más protegidas, tampoco están libres de molestias. Adeces recuerda que el Código Técnico de la Edificación de 2006 verifica el rendimiento acústico de las soluciones constructivas en laboratorios y no in situ. Por eso, solicita que antes de otorgar la cédula de habitabilidad de las nuevas edificaciones, «se sometan a una auditoría acústica que compruebe si se cumplen unas normas, ya de por sí poco exigentes».